domingo, 16 de enero de 2011

Una mañana más; más lejos

Dicen que hace mucho tiempo atrás… pero mucho, mucho. Cuando toda la tierra era una sola isla, rodeada de un mismo mar.
Dicen que dos bellos árboles disfrutaban de la mutua compañía.
Dicen que ellos se acariciaban con sus sombras, cuando el Sol se los permitía, el amanecer era de uno y el atardecer era del otro.
Dicen que solo necesitaban el agua de la Lluvia para darle vida a sus viejas y largas raíces, y soñar con ese día en que ellas puedan cruzarse.
Dicen que nada faltaba en los días para ellos, que se disfrutaban con sus sutiles danzares, con sus colores de cada estación.
Dicen que sin que ellos supieran, el Destino y el Tiempo no se pusieron de acuerdo en algunos asuntos, y se desató una tormenta terrible.
Dicen que sintieron explosiones en el suelo y derrumbes bajo la tierra, y ahí, no se sabe donde comenzó y donde terminó, una grieta se produzco entre ellos y se llenó de agua.
Dicen que en un principio fue un arroyo, luego un río, y así un mar para terminar llenándose como un océano.
Dicen que ambos se miraron hasta perderse en el horizonte, se acariciaron hasta que el sol no puedo ayudarlos más.
Dicen que ninguno de los dos, nunca entendió, como era posible que el agua que alimentaba sus sueños los haya separado.
Dicen que la poca tierra que los rodeaba se hizo arena y que ambos, al mismo tiempo, se hundieron para encontrarse bajo el Agua.


Juan Pablo Lemos
-Derechos Reservados 2011-

martes, 4 de enero de 2011

CAMBIO (micromonólogo)

(Se prende un seguidor)
¿Tenés cambio? ¿Será posible? ¡Nadie tiene cambio en este país!
Está bien, no importa. Dame uno más grande y quedamos a mano.
Bueno, entonces, dame uno más chico y pago la diferencia.
No es culpa mía que vos no tengas cambio.
Para qué vendes si no podes hacerte cargo…

¡Claro que lo quiero! ¡Pero no éste en especial!
Pareciera como que no estas abierto a negociar.
No te acordás, que cuando vine por primera vez, te dije que venía recomendado.
Me lo mostraste. Confié. No te hice problemas. No fui exigente.
Vos dijiste es tanto y yo puse. Y listo. Pero no.
Apenas llego casa, empiezo a verlo en detalle, con la tranquilidad del hogar.
¿Y con qué me encuentro? ¡Con todos los problemas! No uno, todos…
Me imagino a vos también te pasa: cuando comprás algo, queres que te dure toda la vida.
Más aún cuando has pagado tanto.
Pero no es problema mío, si después no sabés a quién vendérselo.
“Siempre hay un roto para un descosido”.
Debe haber otros giles, no creo ser el único.
Además, esto me puede traer muchos más líos de los que yo pueda considerar.
No va faltar quien pregunte: ¿Es tuyo? ¿Te lo regalaron? ¿Dónde lo compraste? ¿Cuánto vale?
Viste como son lo envidiosos…
Pero por qué carajo tengo que dar tantas explicaciones.
Listo, se acabo, dame soluciones. ¿Cómo hacemos?

Yo soy el cliente y vos el vendedor. Yo tengo mis derechos y vos tus obligaciones.
No, no, no, no, no.
¿Cuántas veces tengo que decirte? ¡No quiero éste! ¡Quiero otro!
Mirá, es fácil, vas para allá atrás, hablás con tu jefe o quien sea y me traés otro.
¿Viste que no es difícil?
Tenés razón, para qué me enojo con vos, si vos nada que ver, vos no tomás decisiones.
Andá, llamame a alguien importante, alguien con jerarquía, no me hagas perder tiempo.
Justo ahora que alguien tiene una queja, no esta, no hay nadie…
Que coincidencia.
Ahora, para recibir los elogios y para mostrarse en las fiestas, están todos.
Pero cuando algo los puede dejar mal parados, desaparecen.
Como si los hubiera tragado la tierra.
A que si yo voy para allá, los busco y están todos.
Mirá, terminemos esto ya. Dejá, no hagas nada. Ya voy a encontrar donde quejarme…

¿Quién es? ¡Bueno, por fin! ¡Alguien que entiende!
Uno tiene que tener cuidado de lo que mete en su casa.
Porque aunque no te guste, después, por naturaleza terminás encariñándote.
Después es tarde para reclamar y te jodés. Por eso estoy aca.
Dale, está bien, espero. Con todo lo que he esperado, un poco más no me va a matar.

No entiendo, para qué montar este negocio en un teatro.
Seguramente les quedó chica la lámpara con la que intimidaban, por eso usan un “seguidor”.
Quizá son actores frustrados, como el “Adolfo”, y esta es la única forma de pisar un escenario importante.
Ah, no, son muy astutos. Haciendo esto, manchan la reputación del lugar y de los que trabajan adentro.
Son muy inteligentes…

Buenas noches caballeros… Ya sabrán por qué estoy…
No, esperen. Quizá me explique mal.
Es cierto, no medí mis comentarios.
Muy bien, no se preocupen, yo me voy y no me ven más…
Por favor…
(Apagón abrupto)

Mendoza, 6 de mayo de 2010
Juan Pablo Lemos
(texto presentado a TxI <teatro por la identidad>)


Juan Pablo Lemos
-Derechos Reservados 2010-

lunes, 3 de enero de 2011

Cachivache yo?

Vayan mis disculpas para el compañero
Al oportuno y casual caballero
Por su confianza, cariño y esmero
Tengo una debilidad, soy CACHIVACHERO…
Cachivache por trasto
Cachivache al cacharro
Cachivache o chirimbolo
A la tuerca solterona que recojo
Cuando es preciso le consigo compañero
No prohíbo al tornillo oxidado pelirrojo
A que se enrosque en cualquier agujero
Tampoco puedo dejar de lado
Al pedazo de madera abandonado
Tirado y de mil usos dotado
Juguete de perro malcriado
Taco de frenado del auto inclinado
Y hasta salvador en los asados
Cuando el fuego es mal iniciado
Al pedacito de alambre flaco o gordo
Derecho o enredado, corto o alargado
A diversas situaciones lo dispongo
Para dejarme siempre bien parado
Es mejor andar mirando para arriba
Al cielo con la mirada soñadora
O para abajo sin recordar a donde iba
A paso arrastrado y actitud rastreadora
Cachivache porque “nunca se sabe”
Cachivache al que “quizá sirva para algo”
Cachivache o artefacto o utensilio
Cachivache nos hemos encontrado...


Juan Pablo Lemos
-Derechos Reservados 2010-